El pulpo podemos comprarlo fresco o congelado. Si es fresco, debemos congelarlo durante 3 días para que rompan las fibras musculares y esté blando para su cocción. Ya que si no se congela, hay que mazarlo muchas veces para que ablande la carne.
En una olla grande ponemos agua a hervir con una cebolla entera grande. Cuando llegue a ebullición, agarramos el pulpo por la cabeza y lo metemos y sacamos 3 veces. Es la técnica que se conoce como “asustar al pulpo”. Después lo dejamos cocer. El tiempo de cocción depende del tamaño del pulpo, pero por lo general se recomienda 25 minutos por cada kilo.
Sabremos que el pulpo está cocido, cuando al pasar ese tiempo, lo pinchamos y la carne está tierna. Si te pasas de cocción, estará demasiado blando. Dejamos reposar unos minutos.
Retiramos y servimos. En unos platos, preferiblemente, de madera, y con unas tijeras de cocina, procedemos a cortar las patas del pulpo.
Añadimos un buen chorro de aceite de oliva virgen extra, sal gorda y espolvoreamos el pimentón. Puede ser picante o dulce, depende del gusto del comensal.